Son muchos los atletas que defienden la abstinencia sexual ya antes de una competición. Otros afirman, no obstante, todo lo opuesto. En todo caso, la cuestión del sexo y del deporte divide a atletas y adiestradores.
Una cuestión crucial
Nos encaramos a 2 hipótesis contradictorias que manejan los especialistas. Unos se inclinan en meditar que hacer el amor ya antes de un partido, o bien de una prueba física, aumenta las tasas de testosterona que circula en el organismo, generando una forma natural de dopaje. Otros, están a favor de dejar el sexo de lado, pues daña la concentración de los atletas.
Sobre esta cuestión se efectuó un experimento en Bélgica, que esponsorizó la famosa marca de preservativos Durex. La encuesta incluía a 12 jugadores que debieron someterse a 2 tests de esmero máximo sobre una cinta de correr. El primero de ellos se efectuó al día después de una noche de pasión, y el segundo, en condiciones de abstinencia sexual.
El resultado: No existe relación entre la presencia de testosterona en la sangre y la relación íntima. Los factores de los resultados logrados en la prueba de esmero inclinaban la balanza a favor de la abstinencia.
Al día después de haber tenido sexo, diez de los 12 atleta alcanzaban con mayor velocidad la frecuencia cardiaca máxima y generaban más lactato en los niveles diferentes de esmero.
Una cuestión de amor
No cabe duda de que este género de ensayos no tiene presente la cuestión romántica. O sea, que los resultados conseguidos en el test no considera ni los sentimientos, ni la intensidad del enamoramiento, ni la vinculación cariñosa del atleta con su pareja.
El estudio no trató ninguna de estas preguntas. Tampoco se estudió el contexto ansiógeno de la competición. En verdad, se sabe que favorece la busca de placer en unos y la inhibe en otros.
Por lo tanto, mejor que investigar aquellas cosas que están fuera de las competencias médicas, es aplicarse lo que afirmó la bañista alemana Franziska Van Almsick: “Cuando tengo ganas de hacer el amor, me da lo mismo meditar si va a tener o bien no una repercusión en las marcas que puedo conseguir”.
En realidad, esto es lo único razonable que se puede sacar del estudio que pretendía medir la repercusión del sexo en los atletas de élite.