El sol nos da siempre y en todo momento ese color de piel tan saludable que todos envidian tener, en especial a lo largo del invierno. La causa primordial del cambio de color cutáneo está en la producción de melanina, una substancia que deja la pigmentación de la piel.
Para admitir la melanina, la piel precisa acrecentar sensiblemente su espesor, lo que ralentiza el ritmo de descamación natural, haciéndola más rugosa.
Hacer un peeling
La piel fallecida en superficie impide la oxigenación de la epidermis, ralentizando su renovación. Únicamente la presencia de células funcionales va a hacer posible una regeneración veloz de la epidermis.
Pero, a fin de que este mecanismo se ponga en marcha, es preciso desprenderse primero de la células secas que se hallan en la superficie de la piel, y esto es tan preciso como que si no lo hacemos, ningún producto hidratante va a ser verdaderamente eficiente.
Hoy en día están muy en empleo los peelings a base de ácidos de frutas, como procedimiento primero ya antes de efectuar una buena hidratación de la piel. Si además de esto, esta técnica viene completada con una cura de ácidos grasos esenciales, nuestra piel volverá a reanudar su elasticidad.
Tratamiento de la piel
El sol es un mal amigo para las pieles con acne. Si padecemos por una piel de estas peculiaridades, lo propio sería rehidratar la epidermis suavemente en 3 tiempos sucesivos: limpieza, exfoliación, hidratación.
El pelo se deteriora
Al igual que la piel, el pelo ha de estar bien protegido del sol, por el hecho de que acaba dañando la cutícula, y la capa externa. Un pelo seco por culpa del sol, se escama y se fragiliza exageradamente.
La cutícula dañada no ejercita su rol protector contra los rayo UVA, alcanzando la corteza pilífero, y estropeando el corazón del pelo. Cuando el agua del pelo se evapora, la keratina pierde sus proteínas y los pigmentos de melanina se alteran.
La solución: lavarlos con suavidad y emplear productos reparadores, con eso luchamos contra deshidratación.
Evitar la piel de cocodrilo
Con unos poquitos meses sin cuidarla, nuestra piel se va a ver muy dañada por culpa de la deshidratación. Si la dermis no contiene el agua suficiente, el intercambio entre las distintas capas cutáneas no se efectúa adecuadamente.
El resultado: las fibras de colágeno y de elastina se hacen recias. Los queratinocitos, que son las células epidémicas responsables de la integridad de la barrera cutánea, se organizan a menor velocidad, y la renovación de la epidermis se puede ver perjudicada.
Todas las pieles pueden verse dañadas por culpa de la deshidratación, pese a que las pieles más secas sean las más desamparadas, debido a la carencia de lípidos, que son los elementos grasos que hidratan los tejidos y retienen el agua.
Una piel grasa asimismo puede desecarse por la utilización exagerada de productos decapantes, que acaban por quitar su brillo natural.