La Tercera Edad empieza entre los sesenta y sesenta y cinco años, en ella se generan cambios físicos debidos, entre otras muchas cuasas, al desgaste propio de las células y a cambios sensibles a lo largo de toda la vida.
Amoldarnos a esos cambios requiere mucha voluntad y la integración de actividades rutinarias que quizá en etapas precedentes eran consideradas como de menor relevancia.
Alimentarse de forma conveniente es la primera condición para proteger la salud en todo instante, tanto la obesidad como la mala alimentación ocasionan con cierta frecuencia la muerte de bastantes personas en el planeta.
Por otro lado, sostenerse en movimiento es la segunda regla a tener en consideración, al tiempo que el excesivo reposo puede desgastar los músculos y hacer más lenta la circulación sanguínea.
La actividad física es esencial a lo largo de toda la vida, no solo los adultos mayores precisan efectuar un programa de adiestramiento apropiado a su condición anatómico y edad; las ventajas de hacerlo van desde el control del peso, acreciento de flexibilidad articular, mejora del tono muscular, hasta luchar al estrés; mas la resistencia cardiovascular es tal vez una de los beneficios más esenciales del adiestramiento.
Cuando efectuamos actividades aeróbicas de determinada intensidad a lo largo de más de 2 minutos, nuestros músculos requieren un esencial incremento del aporte de oxígeno, y fuerzan a quien las efectúa de manera regular a elevar su resistencia cardiovascular.
Esta consiste en la capacidad continuada de la sangre para llevar el oxígeno a las células, suponiendo la eficacia del corazón y los vasos sanguíneos para bombear y transportar el suficiente volumen de sangre a cada una parte del cuerpo, especialmente a los músculos más activos a lo largo de el ahínco. Mas supone asimismo la capacidad de los tejidos, y de cada una de sus células, de procesar ese aporte de oxígeno y suprimir los restos que provoca el proceso.
Llegada cierta edad, y especialmente cuando se ha llevado una vida sedentaria y la nutrición no ha tenido en cuenta el debido cómputo de lípidos, esta capacidad puede descender poniéndonos en riesgo de accidentes vasculares.
Como otros, el músculo cardiaco es capaz de desarrollar resistencia cuando lo encaramos al esmero. Si consigue marchar de forma eficaz a lo largo de un tiempo prolongado bajo demandas superiores a las normales, no va a tener entonces mayores inconvenientes para acompañarnos con su bombeo en nuestra vida rutinaria, considerablemente más relajada. Mas tampoco se va a ver sorprendido ante situaciones que requieran de su veloz reacción.
No obstante, el corazón no es capaz de hacer marchar el sistema cuando no está acompañado por vasos sanguíneos sanos. El ahínco cardiovascular sostiene en buena forma el tejido de estos vasos, lo hace resistente y flexible, y la sangre puede ser transportada a través de ellos con menor esmero.
En dependencia del modo de vida y cuidado personal y social que los ancianos hayan experimentado a lo largo de su existencia, un enorme porcentaje de ellos va a poder gozar de buena salud en esta etapa.
La ejercitación física es uno de los pilares sobre los que se funda una mejor calidad en el último tramo de la vida, que no tiene por qué razón estar signado por la enfermedad.
Para el equilibrio, la autonomía en las actividades rutinarias y la prevención de caídas, es esencial robustecer los músculos abdominales y espinales; por otro lado las actividades aeróbicas asisten a abrasar grasas y supervisar el peso, mas no es lo más indicado para las personas de determinada edad que precisan adecuar su cuerpo para deambular cara una tercera edad con la mayor calidad de vida posible.
Para fomentar la salud cardiovascular no es preciso asistir a un gimnasio para efectuar una actividad física conveniente, una travesía diaria de por lo menos unos treinta minutos ayuda de manera notable a supervisar la presión arterial y los inconvenientes de corazón.
Estimando que las actividades más recomendadas para la tercera edad son aquellas que, siendo en conjunto, dejan una intensidad individual para cada persona que lo practica y que no tengan un excesivo contacto entre los practicantes por el peligro de lesiones, hallamos que los aeróbicos diseñados para ancianos, los paseos en bici, natación para la tercera edad, las travesías, las actividades de jardinería, los ejercicios de estiramientos y flexiones son solo ciertas actividades recomendadas que se pueden introducir en tu vida diaria para proteger la salud cardiovascular.
En España y otros paises están en funcionamiento muchos programas de actividad física dirigida a las personas adultas mayores, que ponen énfasis no solo en los inconvenientes de clase circulatoria, sino más bien asimismo en los musculares y óseos. Participar activamente en ellos es una genial opción para sostenernos diligentes y saludables a lo largo de la vetustez, aparte de dejarnos socializar con nuestros pares.